
El orbayu había hecho acto de presencia, justo antes de que entrara en el edificio: – Buenos días – saludó el ciudadano. – Días buenos que ya pasaron – respondió el funcionario. – Deseaba presentar esta solicitud, dirigida al Ministerio de Calamidades y Desastres Públicos, para su tramitación urgente. – Pues aquí urgente no será. – En ese cartel se indica que ésta es la ventanilla para estas cuestiones, así que usted dirá cómo hacer. – Le diré que vaya a la ventanilla que está justo al lado – ¡Pero si es la ventanilla para trámites normalmente lentos e inconclusos, como…! – ¡Siguiente! En dos pasos, llegó a la otra ventanilla, donde aguardaba un funcionario orondo, con bigote y brazos caídos. – Buenos días – saludó el ciudadano – Y días buenos que vendrán. – Deseaba tramitar esta solicitud con urgencia. – Está usted en el lugar adecuado. Traiga los documentos…un cuño aquí, allí, otro más allá y tenga usted el justificante de la presentación. – No entiendo. – Le explico. Llamándose aquélla para trámites de urgencia, todo el mundo presenta allí sus solicitudes y, ¡claro, se colapsa! En cambio aquí, una mano sobre otra. – Sorprendente. Gracias por su amabilidad. – De nada, pues la amabilidad no deja de ser inmerecida. Y el ciudadano abandonó aquellas oficinas. Chema |