
Le oigo entrar de la calle, gritando: –¡Menuda mojadura, todo el día calado por el maldito orbayu! Tira la gabardina en la butaca de la entrada y oigo los familiares ruidos, portazos y cómo entra en el baño. Cuando vuelve a la sala, yo ya había recogido su gabardina, y la había colocado en una percha para que secara. – “¿Cómo ha ido el día? le pregunto – “Tengo hambre, ¿qué hay de cena?” – “¿Preparo una tortilla?” – “He dicho que tengo hambre. Todo el día trabajando. Tú aquí, sin dar un palo al agua y ¡no hay nada de cena!” Se tira en el sofá, enciende la televisión y grita: -“Tráeme una cerveza, coño”. Antes, cuando yo trabajaba solíamos tomar algo juntos al volver a casa. Hablábamos del trabajo, del fin de semana… La noche que celebramos mi ascenso, me habían nombrado jefa de equipo, al llegar a casa me tiré en el sofá y le pedí que me trajera una aspirina. – “¿Acaso te crees que aquí también eres mi jefa?” Después, empecé a usar mucho maquillaje y gafas de sol. Hasta que dejé el trabajo. Le llevo la cerveza y sonríe. Yo bajo la mirada La Llambiona |