
Llegó hasta la aldea una xana hermosa de ojos azules de cielo y de mar. Le daba el orbayu sus caricias de agua, caricias de un sueño, belleza inmortal de Asturias dormida entre los miruéndanos de cada vaguada, de cada lugar de esta tierra suave que llaman Asturias, que en cada mañana, cada despertar, la vida y la muerte se dan un abrazo junto a la marea, dentro de la niebla. Dicen que esta xana era la nostalgia de una gaviota que voló muy lejos hacia el horizonte buscando un suspiro donde descansar. Castañedo |